“Y una palma dos güires enamorados reciben el suave beso de la reina del amor” Miguel Ángel Martín
A partir del año 2006 el calendario ambiental tiene marcados los primeros sábados de los meses de mayo y de octubre para celebrar el Día Mundial de las Aves Migratorias.
Sobre esta misma línea en la neoyorkina Universidad de Cornell surgió la idea y se realizó el primer Avistamiento de Aves en 2016, conteo que bajo el nombre de Global Big Day se cumple en mayo y octubre de forma simultánea en los cinco continentes. (Información localizada en Google).
Con enfoque de Ecoturístico desde hace unos años en buena parte de los territorios llaneros en sintonía nacional e internacional se realizan ejercicios de avistamientos de aves, por lo general en el segundo sábado de mayo.
En estas colectivas convocatorias de aprendizajes los pajareros conjugan la ciencia y la lúdica logrando inventariar los ejemplares observados y registrar nuevas especies de aves que habitan los variados paisajes regionales. A mi juicio las jornadas pajareras de ese mes son las que gozan de mayor despliegue informativo.
Con base en la exaltación mundial de mayo y octubre a las silvestres aves, a continuación un poco me acerco a la fuente de inspiración que literatos e intérpretes del Joropo y más gestores culturales han tenido en la riqueza de aves que conviven en territorios llaneros.
Inicio con un lírico aparte de La vorágine, novela de José Eustasio Rivera S. que en noviembre de 2024 cumple un siglo de su primera edición:
“Pensativo, junto a las linfas, demoraba el garzón soldado, de rojo kepis, heroica altura y marcial talante, cuyo ancho pico es prolongado como una espada; y a su alrededor revoleteaba el mundo babélico de zancudas y palmípedas, desde la corocora lacre, que humillaría al Ibis egipcio, hasta la azul cerceta de dorado moño y el pato ilusionante de color de rosa, que en el rosicler de alba llanera tiñe sus plumas.
Y por encima de ese alado tumulto volvía a girar la corona eucarística de garzas, se despetalaba sobre la ciénaga, y mi espíritu sentíase deslumbrado, como en los días de su candor, al evocar las hostias divinas, los coros angelicales, los cirios inmaculados”.
Pasando a los ritmos musicales hay que decir que al igual que con otros bienes naturales de sus territorios la gente llanera de particular manera está conectada con las aves de sus entornos, de ahí que en su homenaje bautizó originales sones del Joropo con nombres como: Pajarillo, Gabán, Periquera y Guacharaca.
Y qué fuera de sus sentimientos a la hora de inspirase para escribir y cantar si no tuviera como fuente a las aves. Entre otros ejemplos cito los siguientes:
“Si el gavilán se comiera, óyelo bien, como se come el ganado,
ya yo me hubiera comido el gavilán colorado.
Ese gavilán primito, óyelo bien, pequeño y muy volador,
que se remonta en lo alto para mirar el pichón.
…Gavilán pico amarillo, gavilán pico rosado…”.
(https://www.youtube.com/watch?v=Wn5Svsa966A , “El gavilán” obra del venezolano Ángel Custodio Loyola).
De manera principal tanto el carrao como el alcaraván se convirtieron en solidarias compañías y mensajeros de amorosos agobiados corazones:
Lo digo por las historias que narran las siguientes famosas canciones. La primera es “Carrao carrao” autoría del venezolano José Cheo Ramírez, canción que comienza así:
“En la plena oscuridad
en la noche que me guía
canta un carra’o yo no sé por qué será
pero lo note cantando más lamenta’o.
Sería que él adivino que mi amor con otro amor se fue muy lejos
si las cosas son así carraito hazme un favor sé que eres bueno
Carrao, carrao convida a tu compañero
al gallito lagunero que lo salgan a buscar
díganle que ya no aguanto
que entre el dolor y el llanto
conmigo van acabar,
dímele que no hay rencor
que le perdono su error
que regrese a mi lugar”.
(https://www.youtube.com/watch?v=aqRi5AsCCy8 .)
La otra composición también es muy conocida lleva por título “Alcaraván compañero”, compuesta por Pedro Felipe Sosa oriundo de Tame, Arauca. Sus versos iniciales son los siguientes:
“Alcaraván compañero que vives llorando amores a la orilla del camino
nunca le digas a nadie que por culpa de mi amada yo también lloré contigo.
No le cuentes al barranco
ni a las flores del camino
que el llanto regó su huella
cuando quise retenerla para no morir de olvido.
No le cuentes al barranco, mi alcaraván
ni a las flores del camino
que el llanto regó su huella
cuando quise retenerla para no morir de olvido”.
(https://www.youtube.com/watch?v=IOn5ScVIQeY .)
Pero también el menudo, rápido y bochinchero alcaraván inspiró un pensamiento filosófico regional.
“Alcaravanidad escabrosa esperanza: Utopía de la libertad de los Llanos de Colombia” es una obra bibliográfica del Economista y reconocido investigador Alberto Baquero N., editada por la Unillanos en 1988. Al inicio del documento está el poema Alcaravanidad que comienza así:
“El grito que tú, o yo y nosotros guardamos íntimamente se llama alcaravanidad”.
Sin exagerar digo que las corocoras más grandes que existen en su mayoría están en Villavicencio. Son las creaciones escultóricas del Maestro Manuel Acosta Bejarano, natal de San Juanito, Meta:
Sus estilizadas y alegóricas garzas unas son talladas en madera y las otras las ha trabajado en metal. Hace varios años que en centro urbano de Alemania está otra garza grande de él.
La expansión de las fronteras urbanas villavicenses hizo que por desplazamiento del paisaje desaparecieran pájaros como azulejos, las dos especies de mirlas: blanca o paraulata y la embarradora, pímparos o cristofué, giriguelos, chupaflores o colibrís y cucaracheros entre otros.
Nota: mi agradecimiento para Juan José Niño O., Leonel Pérez B y Rafael Santiago Padilla S. por sus gentiles aportes para este artículo.
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A propósito de música de la llanura oriental me atrevo a hacer un comentario sobre una obra musical en ritmo de joropo y injustamente olvidada por los grupos llaneros (excepto una versión en conjunto típico llanero que se presentó en televisión a comienzos de la década de los años 80.) Se trata del joropo El voluntario, compuesta por el bogotano Alejandro Wills (1887 – 1942) sobre un texto del periodista José Joaquín Jiménez García.
Las versiones instrumentales más divulgadas fueron las de Oriol Rangel en piano y José Luis Martínez en tiple solista. Hay dos versiones vocales: Berenice Chávez acompañada por trío (versión lenta) y otra por el dueto Los Tolimenses; todas disponibles en YouTube. También se encuentran otras versiones instrumentales en tiple-requinto, piano y teclado electrónico.
Wills también fue el compositor del Galerón Llanero y el joropo Amo los Llanos ardientes. De este último no aparecen registros en YouTube. La fuente de estos datos aparece en “Canciones y recuerdos” de Jorge Áñez. Bogotá, tercera edición, 1970.
Sería interesante que los actuales grupos llaneros volvieran a divulgar esta melodía que tiene gran valor pues se compuso con motivo del conflicto colombo-peruano en 1932.
Muchas gracias.