“Al momento del desembarco de los europeos en tierras americanas el hombre de estas latitudes asombrosamente había evolucionado su pensamiento hasta llegar a profesionalizarse en sus labores, aplicando en mayor o menor grado las disciplinas del conocimiento que en el año 1492 eran enseñadas en las academias del Viejo Continente”.
Un poco antes del 12 de octubre de 1992 en medio de los preparativos porque se cumplían 500 años de la llegada de Cristóbal Colón al que luego llamaron Nuevo Continente, redacté un ensayo en el que recogí mis apreciaciones acerca del estado del desarrollo en diferentes dimensiones de la ciencia, la cultura y la tecnología que para esos momentos habían alcanzado los pueblos originarios del hemisferio occidental al que pertenecemos.
Recuerdo que con motivo del V centenario hubo bastantes polémicas por parte de americanistas que rechazaban el término “descubrimiento”. Al final se concilió no recuerdo si por la utilización de las expresiones: “encuentro de culturas”, o “encuentro de dos mundos”.
Han pasado treinta y un años desde la publicación de mi escrito. Con motivo del 531 aniversario del histórico 12 de octubre lo rescato haciéndole algunos ajustes.
Vale recordar que con acto administrativo del Ministerio de Cultura a partir del año 2021 en Colombia a la citada fecha se le cambió la denominación de Día de la Raza por la de Día de la Diversidad Étnica y Cultural de la Nación Colombiana.
Con ejemplos intento hacer un acercamiento al nivel de desarrollo alcanzado por las diferentes civilizaciones prehispánicas con las cuales se tropezaron y sorprendieron los europeos en su equivocado arribo a nuestro continente.
Tomo como base inicial para este escrito la teoría más utilizada por los investigadores que atribuye el origen del hombre americano al desplazamiento que grupos humanos asiáticos hicieron hace aproximadamente 38.500 a través de los glaciales formados en el estrecho de Bering (1,) en el extremo norte del llamado Nuevo Mundo.
Puede deducirse que aquellos caminantes al diseminarse por el amplio territorio continental fueron adaptándose a los diferentes espacios geográficos que hallaron a su paso, proceso que les llevó seguramente siglos durante los cuales se ubicaron y conformaron poco a poco naciones con características sociales, económicas, políticas y culturales.
Por investigaciones recientes se ha establecido que en tiempos anteriores a la llegada europea algunas civilizaciones se extinguieron y que en casos resultaron sucedidas por otras que ocuparon los territorios dejados.
Al ojear de Norte a Sur o viceversa el atlas de nuestro continente elaborado a partir de las crónicas de Indias y de trabajos recientes podemos ubicar una larga lista de naciones que componían el mapa humano precolombino con disímiles grados de evolución, cuyos vestigios soportando el paso de los años en la actualidad se preservan como patrimonio histórico y cultural de la humanidad.
En este orden de ideas tenemos que la organización social de cada pueblo se dio de manera generalizada llegando a tener en numerosos casos complejos sistemas de gobiernos a nivel de cacicazgos en cuya estructura de poder se incluían los consejos de ancianos y la división de defensa a cargo de sólidos ejércitos guerreros.
Estas naciones además en su cotidianidad tuvieron cosmogonías, sistemas numéricos y se rigieron por calendarios astronómicos: solar y lunar.
En la parte de salud manejaron lo que hoy conocemos con el nombre de medicina ancestral mediante la utilización de plantas a las cuales les descubrieron naturales propiedades curativas.
Del mismo modo por ciertos hallazgos arqueológicos se ha sabido de la realización al parecer por parte de una civilización pre Inca de delicadas cirugías craneanas, mediante trepanaciones que practicaron a individuos de esa comunidad.
A su vez con el conocimiento y la utilización racional de los paisajes geográficos desarrollaron formas de vida adaptándose a los ecosistemas reinantes realizando el mejor uso y su conservación.
Ya como nómadas ya como sedentarios recogieron entre otros productos yuca, maíz, papa, fríjoles, cacao, ají y otros más, que junto con la carne obtenida en las faenas de caza y pesca fueron base de su alimentación. La sal en algunos territorios la naturaleza también la ofreció.
Con los excedentes alimentarios así como el algodón, las fibras de palma, plumas y otros materiales utilizados para fines de manufactura se originaron y consolidaron sistemas comerciales a partir de la modalidad de trueque con sus vecinos.
En relación con la metalurgia varios pueblos se especializaron en la extracción y manejo del oro y del cobre mediante técnicas de fundición, aleación y moldeado de piezas. Admirable fue el invento del método conocido con el nombre de la cera perdida que les sirvió para diseñar y moldear diferentes objetos con diversas formas y usos.
Más evidencias de lo que en la actualidad catalogamos como piezas artísticas -además de la producción orfebre- son las monumentales obras elaboradas con y sobre piedra. Ejemplos: las esculturas de San Agustín en Colombia y los monolitos de la Isla de Pascua en Chile.
Igual las huellas rupestres, pictografías y petroglifos, que se encuentran diseminadas en diferentes lugares como las de la Serranía de Chiribiquete entre los departamentos de Guaviare y Caquetá y sectores del Meta.
Así mismo la técnica alfarera con vasijas de usos doméstico y ceremonial cuyo rastro más antiguo es del año 3.700 antes de Cristo con hallazgo en la costa atlántica colombiana (2). Para el caso del piedemonte metense tenemos las evidencias guayupes.
Dentro de las que se dimensionan como obras monumentales de ingeniería y arquitectura tenemos: las pirámides construidas por Mayas y Aztecas en Centro América, las ciudades de Tenochtitlan (hoy ciudad de México), Teyuna o Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Martha y Machu Pichu en Perú, cada una fue diseñada y edificada según la concepción urbanística y las necesidades de servicios públicos que su rico mundo les dictaba.
Otros ejemplos son el sistema hidráulico conformado por una red de canales artificiales para controlar inundaciones cada año en la depresión momposina construida por los Zenúes (3) y las Tumbas de Tierradentro al sur de Colombia en el departamento del Cauca.
Los anteriores son ejemplos extractados del voluminoso inventario de evidencias dejadas en nuestro continente por las diferentes civilizaciones de la época prehispánica.
Esbozado lo anterior se puede sacar en claro que al momento del desembarco de los europeos en tierras americanas el hombre de estas latitudes asombrosamente había evolucionado su pensamiento hasta llegar a profesionalizarse en sus labores, aplicando en mayor o menor grado las Ciencias Básicas e Ingeniería -Aritmética, Geometría, Cálculo, Biología-, Medicina, Mineralogía, las Ciencias Humanas y Económicas también la Astronomía, disciplinas del conocimiento que en el año 1492 eran enseñadas en las academias del Viejo Continente.
A pesar de estos y más avances tecnológicos y científicos no se han encontrado testimonios que confirmen su conocimiento acerca de los múltiples beneficios ofrecidos por la rueda.
Mientras tanto hoy después de quinientos años de la presencia de Colón y sus huestes en estos lares, el misterio en torno al grado de progreso o evolución intelectual de los habitantes prehispánicos es motivo constante de estudio, al punto que algunos investigadores les aducen haber recibido influencia de seres extraterrestres.
En el aniversario 531del desembarco europeo a tierras americanas a la narración anterior de hace treinta y uno años le hago las siguientes acotaciones:
1,2 y 3: El hombre prehispánico en la Costa Atlántica, plegable del Banco de la República.
Nota: antes de esta publicación el ensayo apareció en la Revista Cámara de Comercio de Villavicencio, No. 14, octubre de 1992, y en el libro “Historias arrebiatadas” del mismo autor, páginas 7, 8, 9, y 10, editado en Villavicencio por el Instituto de Cultura y Turismo del Meta en 1994.
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Que interesante Oscar. Muchas gracias