“Temprano el 2 de febrero nos alistamos para ir a ver la celebración de la fiesta patronal cuyo principal atractivo hoy como entonces siguen siendo los bailes del Botuto y Cachovenado que realizan integrantes de los originarios pueblos: Sáliva y Sikuani.”
Fue como en los inicios de la década de los ocheta cuando hice mi primera visita a Orocué, Casanare. En grupo con Jairo, José Ángel y Marujita la mamá de ellos y orocueseños los tres, también con Gladys y Álvaro.
El plan era paricipar en el festejo patronal del histórico poblado casanareño lo que quiere decir que viajamos al final del mes de enero porque en el santoral católico el 2 de febrero es la fecha de la Virgen de la Candelaria.
La ruta desde Villavicencio la cubrría como hoy lo sigue haciendo Flota La Macarena que tenía sus oficinas en el sector del barrio El Emporio sobre la avenida Alfonso López. Si no estoy mal salimos como a las 3:00 de la madrugada.
El bus iba con máximo cupo de pasajeros y como parte de la carga no cupo en la bodega la acomodaron en el pasillo del vehículo. Eran canecas de icopor repletas de helados y conos. Podrá usted imaginarse la incomodidad que los viajeros tuvimos que soportar durante el largo recorrido. Pero no hubo reclamos, todos íbamos para la fiesta y el dueño de los comestibles refrescos iba a ganarse unos pesos. A dicho comerciante durante el recorrido lo comenzamos a llamar “don Cono”.
De Puerto López para abajo la carretera era destapada. En Puerto Gaitán desayunamos. Nueva parada breve fue en Puente Arimena y la siguiente en El Porvenir en la orilla derecha del río Meta que por ser temporada seca o de “verano” estaba muy diezmado haciedo imposible el paso del bus en el planchón.
Por lo anterior los pasajeros tuvimos que cubrir el último tramo del viaje en canoas con motor fuera de borda. Desembarcamos en territorio de Orocué en el barranco cercano al sector de Tierra Blanca. Calle abajo caminamos con nuestras maletas y totalmente cubiertos del rojizo polvo del largo camino.
La posada en su casa nos la brindó la inolvidable Chavita Amézquita, emparentada con los Ruiz Churión: Marujita, José Angel y Jairo, también amiga de Gladys Flórez Nieto y Álvaro Rojas. Por la carga histórica que guarda tan añejo inmueble, hoy día está convertido en el Museo La vorágine.
Temprano el 2 de febrero nos alistamos para ir a ver la celebración de la fiesta patronal cuyo principal atractivo hoy como entonces siguen siendo los bailes del Botuto y Cachovenado que realizan integrantes de los originarios pueblos: Sáliva y Sikuani.
Por las calles se desplazan bailando a los sones de sus instrumentos de viento largas flautas y cornamentas de venados, también ingirendo bebidas fermentadas que ellos mismos preparan.
El momento central fue su ingreso a la céntrica iglesia en donde el sacerdote que oficiaba la misa suspendió la ceremonia religosa para que quienes bailaban y ejecutaban los instrumentos musicales realizaran su ritual en honor a la santa patrona. Después de que abandonan el templo siguieron su callejero recorrido y el cura retomó la misa.
Mi segundo viaje fue en 1989 para la misma fecha mariana. Por entonces yo trabajaba en la Cámara de Comercio de Villavicencio y como compromiso al regresar redacté un texto que fue incluido en una edición del mensual documento institucional. A esa crónica de viaje la titulé Informe fiesta de la Virgen de la Candelaria en Orocué.
Copia no guardé de dicho escrito pero hace poco encontré que está citado en el artículo Llano Festivo de la antropóloga Luisa Sánchez S. publicado en edición de la Revista Credencial del año 2017, su enlace es: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/el-llano-festivo
Por otra también amiga antropóloga, Ingrid Díaz, supe que en la hemeroteca de la Universidad Javeriana de Bogotá está el boletín de la Cámara de Comercio de Villavicencio que tiene mi escrito.
Hasta el momento la última vez que he sido testigo presencial de la orocueseña fiesta religiosa fue en el año 2007. En esa ocasión el motivo fue en plan de trabajo para un libro del periódico Llano Sie7e días. Por eso con Marta Gonfrier, Hernando Herrera y Jorge Peña allá estuvimos.
Producto fue la crónica Ferias y Fiestas en honor a la Virgen de la Candelaria, contenida con otras más en el libro Fiestas del Llano que apareció en el mes de marzo del mismo año.
Temprano en la mañana del segundo día de febrero del 2023 a algunas amistades oriundas de dicha comarca casanareña el siguiente mensaje les compartí:
2 de febrero:
Orocueseña fiesta patronal de la Virgen de la Candelaria.
Orocué: histórico puerto sobre el río Meta. Amplio escenario del ancestral baile del Botuto y territorio ideal para que allí la inspiración de José Eustasio Rivera creara su novela La vorágine.
Reciba mis felicitaciones en la tradicional celebración de su patria chica.
Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.
Qué buen recuerdo. Me acordé de don cono. Y se le olvido decir que apenas nos bajamos del ferry, continuamos a pie con la banda de músicos a espaldas nuestras, como si fuéramos personajes notorios de la festividad.
Que buen relato profe. Supongo que la ruta fue por El Porvenir para luego pasar en planchon al otro lado del río. Gracias por compartir.
Sencillamente encantadora e histórica orocue,doy fe humildemente de tán cultural y autóctonas fiestas patronales…!!!
Muy Bonita crónica de las costumbres e historias de nuestros pueblos
Gracias para Jairo, Arcenio, Carlos y y Nelson por sus comentarios.
A mi crónica añado que olvidé citar una visita a Orocué en tiempos del festejo patronal.
Fue cuando con otras personas integrantes de la Fundación Archivo Fotográfico de la Orinoquia – FAFO-fuimos a colgar la exposición fotográfica La ruta de Rivera por el Llano,que instalamos en las paredes del recinto del Concejo municipal.
Estuvimos Nancy Espinel, Constantino Castelblanco, Jairo Ruiz y yo.
Este viaje fue el anterior al que hice con el equipo de Llano sie7e días.