“Temporadas altas en El Pedregal eran las llegadas al pueblo de escuadrones de vaqueros que desde el llano adentro venían arreando ganado en travesías de hasta cuarenta días. Luego de tanto trabajo ellos en Villavo iban a la zona a buscar monturas complacientes y cariñosas”.
En los finales del año 2015 escuché sobre las protestas del villavicense vecindario del barrio San Benito, porque en el proyecto del Plan de Ordenamiento Territorial de la capital metense ese sector estaba contemplado para ser zona “lúdica” o de tolerancia, mejor léase: para establecimientos de prostitución.
El movimiento ciudadano me hizo recordar que por más de dos décadas conservo unos apuntes sobre nombres populares de dichos sectores en pueblos metenses y mayores datos sobre el mismo asunto en Villavicencio.
Tal información la recogí por tradición oral. Considero que en los tiempos presentes reviste particular importancia sociológica y cultural para el departamento.
De ahí que ahora se convierte en insumo para esta crónica.
La memoria histórica local recuerda que quizá hacia 1929 el poblado tuvo de manera oficial su zona de tolerancia y se ubicó al otro lado del caño Gramalote, a ese sector extramuros del perímetro urbano se le conoció con el nombre de “el Pedregal”.
Lo anterior no quiere decir que antes algunas damiselas les prestaran sus servicios tanto a los solteros como a los infieles casados del pueblo.
Temporadas altas en “el Pedregal” eran las llegadas al pueblo de escuadrones de vaqueros que desde el llano adentro venían arriando ganado en travesías de hasta cuarenta días.
Luego de tanto trabajo ellos en Villavo iban a la “zona” a buscar monturas complacientes y cariñosas.
Parece que como medida para provocar crecimiento urbano “la zona” era trasladada a sectores periféricos del poblado. Esto ocurrió mucho antes de que aparecieran las normas de ordenamiento territorial.
Vale recordar que voces populares a dichos sitios les dieron algunos nombres nada relacionados con las actividades que allí se desarrollaban. Ejemplos son: “el platanal” y “el guayabal”, enfoques muy agrícolas.
Sobre el mismo tema pero en otros pueblos del Meta:
A finales de los años ochenta y quizá la mitad de los noventa desempeñé la tarea de promoción del gusto por la lectura en diversos pueblos del departamento a donde cada semana iba en el Bibliojeep, un Land Rover español. El vehículo estaba a cargo de la Cámara de Comercio pero tanto el conductor como el combustible eran aportados por la gobernación del Meta.
El primer chofer asignado fue Guillermo quien por depender de la Secretaría de Obras Públicas había recorrido muchos municipios y por tanto era portador de micro historias locales.
Aprovechando el acumulado conocimiento territorial de Guillermo, no recuerdo su apellido, le pregunté sin número de datos entre esos los nombres de zonas de tolerancia pueblerinas, otros los indagué directamente con ciudadanos de los sitios a donde fui.
De esta manera armé la lista de nombres populares de los sectores destinados para que funcionaran establecimientos de prostitución. Son los siguientes:
Cabecera municipal | Nombre popular de la zona de tolerancia |
Cumaral | La chucua |
Fuentedeoro | La chucua |
Puerto Concordia | La chucua |
Cabuyaro | La yaripa |
San Carlos de Guaroa | La cochera |
Puerto López | Charraspín, antes fue Corea |
Lejanías | Las Malvinas |
Puerto Rico | Casa de lata |
Como se observa en la tabla, en tres pueblos diferentes llamaron a su zona de tolerancia con el mismo nombre quizá por estar ubicados en las periferias y muy cerca de humedales, ecosistemas a los que en el Meta llamamos “chucuas”.
Resulta probable que en los pueblos antes relacionados ya no existan dichos sectores de diversión masculina, como en el caso de Lejanías en donde “las Malvinas” desaparecieron.
Hace como diez años a un amigo de esa municipalidad le escuché denominar a un sitio con la palabra “chongo” y al preguntarle qué era me respondió que un prostíbulo.
En mi búsqueda informativa a un conocido de Mesetas lo llamé, me dijo que en ese poblado definida no hubo zona de tolerancia pero que hace tiempo hay un sitio de diversión masculina o “casa de citas” al que popularmente denominan “las guarupayas”.
Cierro esta sociológica crónica sobre algunas antiguas zonas de tolerancia del territorio metense con la frase que Rafael Mojica G. culminó su cuento Juanita Campanas, literaria historia sobre un villavicense sitio de lenocinio, así reza:
“En el llano fundan los pueblos los conservadores y los curas y los hacemos progresar los liberales y las putas”.
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Es importante tener como referencia nuestra propia historia y no olvidar nuestra cultura vida y sucesos que dan relevancia en determinados periodos las vivencias de nuestros pueblos y que gran nota, los felicito y ojalá siga bendiciendo con recuerdos gratos de ésta nuestra región llanera, muchas gracias
Iván: muchas gracias por leerme y por sus amables comentarios a mi crónica.
Saludo cordial.
En Fuentedeoro, el chongo sigue existiendo, ese lugar se llama así desde la época del capitán Aljure, es decir, desde 1952 cuando el territorio que hoy ocupa Fuentedeoro llevaba el nombre de San Antonio, el grupo CMMFUENTEDRORO ha propueste desde más de 5 añis llamar a la calle donde está la casa de lenocinio como la calke de “la chucua ” y colocar una pmaca en una de las esquonas que diga así la calle de la chucua.
Jairo: interesante su aporte local a la historia narrada.
Gracias 🤠
En Fuentedeoro al sur del Meta, el chongo sigue existiendo y se le sigue llamando así , este lugar se llama así por awuíexistian chucua o aguajales, desde la época del capitán Aljure, es decir, desde 1952 cuando el territorio que hoy ocupa Fuentedeoro llevaba el nombre de San Antonio, el grupo CMMFUENTEDRORO ha propueste desde más de 5 añis llamar a la calle donde está la casa de lenocinio como la calke de “la chucua ” y colocar una pmaca en una de las esquonas que diga así la calle de la chucua.
Oscar felicitaciones por esta y tantas notas de memoria regionales pública,es de conocimiento que la vida licenciosa de muchas “matronas” hicieron historia,cosa a la cual dirigentes políticos y sociales que rechazan reconocer que formaron parte del desarrollo local y no se pronuncia bien por mojigateria,doble moral o no han leído a Juanita Campana; llegan a ser participes y conocen las mujeres de vida
” silenciosa”
Hola Carlos: gracias.
Le cuento que en mi búsqueda informativa no encontré que en la municipalidad restrepense hubiera habido “zona lúdica”, nombre técnico que le dan a dichos lugares.
Saludo cordial
Es cierto Restrepo nunca tuvo “zona de Tolerancia”. Cómo así lo llamábamos.
Doy respuesta no muy completa,recogiendo por tradición oral.Si hubo personajes de este tema dentro de la historia local,la doble moral,la ingerencia de la iglesia , las señoras beatas y ciertos personajes de la élite social y política local que pregonaban,ellas iban en contra de la moral y las buenas costumbres,lo que no permitieron este tipo de negocios,a pesar de existir la voluntad de X mandatario local,dió permiso para su inicio,pero la misma noche de inauguración hubo bala y como que hubo herido,eso fue inicio y cierre;otra versión en lo que forma playa el río Upin, entre el puente peatonal y el vehicular,hubo un o unos negocios que la creciente del río se llevó. Dentro de la información jocosa se comenta,que desde el púlpito un sacerdote decia:”Señoras,tengan mucho cuidado con sus esposos,esas mujeres vienen enfermas,ellos van donde ellas se enferman luego van a la casa y las enferman a ustedes y de paso nos enfermamos todos.”
Interesante artículo amigo Pabon pero en honor a la verdad y cómo Cumaraleño te digo. La zona de Tolerancia en Cumaral se llamó RELÁMPAGO y quedaba al final de CALLE LARGA.
Felicitaciones!! Que buen artículo, revivir historia, y además tener como referente la tradición oral , que tanta magia e invita a la imaginación!! Un abrazo
Muy interesante el articulo,ojala pudiera hacer uno sobre las doscotecas famosas del dpto.
Oscar Pabón. Gracias por ilustrarnos en cuanto a la historia de Villavicencio y sus anécdotas.
Un fuerte abrazo
Como siempre que buen escrito. Rafael Mojica García, en su relato de “Juanita Campanas”, que se llevó al teatro con la Unillanos y tuve el privilegio de presentar la obra; menciona la zona de tolerancia en Villavicencio. Hay un punto referenciado en tradición oral sobre la presencia del diablo en un punto ( y después se les mencionaba como “las mechudas, pero quedaba en otro lugar al que mencionaré). Era en la esquina del Parque de José Eustacio Rivera -Parque del Hacha, dónde su mano quedó marcada en la espalda de una mujer que gritaba en el momento que bailó con él. Es una leyenda urbana que falta por contar…sonaba una canción que aún se escucha “El ron de vinola” “Me gusta el ron de vinola porque me gusta, me gusta y resulta …Ay, también lo tomo con Lola porque me gusta, me gusta”…..bueno, en fin…en la ciudad hay muchas historias o mejor anécdotas que se escucharon sobre estas zonas, especialmente de “Las mechudas”.
Oscar, “chucua” es un lugar natural y húmedo en donde la persona se hunde, generalmente sin darse cuenta porque no tiene percepción del sitio y la profundidad. Es un símil con la actividad que comenta. Saludos.