“Mis narrativas de cada una de los siguientes destinos serán breves, con el fin de dejar la inquietud de ir a conocerlos. Los tres aunque rurales son cercanos al área urbana y se llega por carreteras veredales”.
En los iniciales días de la Semana Santa regresé a Lejanías con un plan definido: visitar de nuevo dos sitios y conocer otro. Los tres con particulares enfoques turísticos.
Aunque suene a reiterativo seguiré diciendo que el territorio lejaniense tras la firma de los acuerdos de Paz con mucho auge ha visto florecer la cadena económica propia del sector turismo, en mayor medida por la fortaleza ambiental de su geografía.
Conviene decir que en la municipalidad además de las súper famosas piscinas del río Güéjar y de la bonita cascada del Lajón hay más lugares que tienen singulares atractivos.
Mis narrativas de cada una de los siguientes destinos serán un poco breves con el fin de dejarle la inquietud de ir a conocerlos. Los tres aunque rurales son cercanos al área urbana y a cada uno se llega por carreteras veredales. Común denominador es que se han generado en los últimos meses y que son admirables ejercicios empresariales endógenos.
Experiencia de turismo rural y natural localizada en la vereda San Ignacio. Oferta hospedaje en cómodas cabañas de arquitectura sencilla. También servicio de restaurante y deleite paisajístico.
Por su ubicación es un espléndido balcón natural teniendo en primer plano la zona urbana, luego el río Guape y después un sistema de cordillera. Tal localización hace que de manera continua haya refrescante brisa.
Además de lo anterior el amable dueño brinda cálidas atenciones y como es reconocido músico al visitante le canta sus composiciones acompañado de su Cuatro, instrumento del folclor llanero cuyo diseño lo inspiró para construir la piscina.
Él se llama Simey Sierra, agricultor por tradición, quien apenas hace año y cinco meses comenzó a prestar el servicio de su empresa turística, ejercicio que ya le reporta buena acreditación, por tanto en sintonía con el nombre de su propiedad se siente feliz y con más energías proyecta nuevas obras para su proyecto.
Iniciativa netamente eco turística localizado en la cuenca alta del río Güéjar, en jurisdicción de la vereda Cafetales. Por el sendero que bordea la margen derecha del afluente se avanza hasta el hermoso sitio natural conocido como Charco Azul.
El camino bordeado de tupida vegetación continua en ascenso hasta encontrar las entradas para ir a imponentes cascadas que caen desde las pendientes del sistema del Parque Nacional Natural Sumapaz en donde nace el emblemático río.
Mientras caminando subí hasta un poco más adelante del acceso al Charco Azul recordé a Alfredo Molano B. gran viajero e investigador social quien sobre iguales ignotos parajes dijo que corresponden a la “Colombia profunda”.
Los integrantes del colectivo Güéjar frontera salvaje a su proyecto ecoturístico le están dando toque arqueológico en la caseta y el portal de ingreso que tienen diseños de la precolombina cultura Guayupe.
Llamó mi atención que un poco delante de la entrada al sendero aprovecharon una pequeña gruta con caída de agua para que cada visitante en ejercicio silencioso y espiritual pida permiso a la madre tierra para ingresar.
Por vez primera visité este lugar del cual tenía muchas referencias. La finca de la familia Zárate en jurisdicción de la vereda Angostura del Guape en pocos años se transformó y hoy es un excelente ejemplo que con frecuencia convoca visitantes.
Me contó José Zárate el líder del admirable proyecto, quien es Ingeniero Agrónomo de la Unillanos, que de sus padres aprendieron que “el campo no una opción sino un privilegio”, por eso hoy la propiedad es una propuesta viable y eficaz de cómo hacer un alternativo estilo de vida en el campo y de sentir agrado por vivir en el mundo rural.
En la actualidad cosechan noventa y dos productos para el autoconsumo, a los que en su mayoría les dan valor agregado mediante procesos agroindustriales.
La tarde que visité a Aula Viva Tropical no esperaba mirar todo lo que allá encontré. Sorpresa fue observar la cantidad de huéspedes. Las cabañas tienen acomodación para veinticuatro personas y en la zona de campin caben cuarenta.
Aunque el río Guape pasa cerca, la finca no tiene atractivos como cascadas y charcos naturales que puedan convocar tanto turista. Eso me llevó a deducir que los huéspedes allá encuentran la tranquilidad que la naturaleza brinda.
No sé por qué desde ahí tuve la sensación de ver más elevado el imponente y selvático sistema del Páramo de Sumapaz. Otra sorpresa que en Aula Viva Tropical tuve fue conocer que cuentan con soberanía en lo relacionado con el abastecimiento de energía eléctrica, pues la obtienen con paneles solares y por caída de agua.
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Apreciado señor Oscar.
Es para mi muy grato saludarlo en estos espacios donde el turismo se transforma en canal de comunicación.
De antemano agradezco la labor que desde tiempo ha estado ejerciendo como promotor de la cultura y el turismo de naturaleza en el territorio, también veo con gran emoción la labor de visibilizar la importancia que el acuerdo de paz ha tenido en las economías emergentes para las comunidades que previo a dicho acuerdo tenían un panorama oscuro. Soy fiel testigo del avance que nuestro municipio a tenido en los últimos años, es muy grato escuchar adultos y jóvenes trazar su futuro alrededor de esta linda economía que hoy por hoy es un importante renglón en el desarrollo de la región.
Saludos.
Agradezco tan importante relato histórico de nuestra tierra del Meta. Este es el conocimiento que no se tiene en los libros ni en las aulas de clase. Gracias Oscar Pabon por alimentar nuestro conocimiento.