“Últimamente, las amenazas de una confrontación mundial a gran escala, tienen a Transnistria en la mira por la supuesta existencia allí, de arsenal nuclear”.
Enredado entre tantas noticias que llegan al tiempo, y a veces a destiempo, me encontré con un artículo de Loic Ramírez, publicado en Le Monde Diplomatique, referido a ese país. Me llamó la atención su nombre, tan sonoro como extraño.
Es “un lugar entre Moldavia y Ucrania” que para Europa no existe, a orillas del Rio Dniéster, que hoy se debate entre su independencia de Moldavia, la tutela de Ucrania o la injerencia -centenaria ya- de los rusos. La disolución de la Unión Soviética dejó al descubierto no pocos conflictos étnicos, geopolíticos y culturales que dieron lugar a un buen grupo de nuevos estados en la Europa Oriental; aunque Transnistria no ha sido reconocida como tal, es aceptada por Moscú como una región independiente -por ahora- secesionada de Moldavia que se resiste a tal condición.
Tres idiomas son oficiales: el moldavo, el ucraniano y el ruso con cierta preeminencia, pero cada región maneja su dialecto dependiendo de las raíces étnicas precedentes: moldavos o rumanos, rusos, ucranianos, búlgaros, gagaúzos, polacos, judíos y gitanos. El territorio siempre ha padecido la ocupación desde las épocas del reino de Lituania en la Edad Media hasta el Imperio Ruso, incluyendo la dominación Otomana y finalmente, su integración a la Unión Soviética.
Últimamente, las amenazas de una confrontación mundial a gran escala, tienen a Transnistria en la mira por la supuesta existencia allí, de arsenal nuclear; posee una extensión de 4.163 Kms. cuadrados y 450 mil habitantes. Las gentes cargan tres pasaportes, y sin referentes propios de nación o de patria, aún existen en el recuerdo añoranzas de la ciudadanía soviética.
Tamaña complejidad en un territorio que se desea autónomo y soberano en medio de un polvorín a punto de estallar, la traigo como invitación para que reflexionemos desde nuestra experiencia histórica como país y tras el examen, entendamos la suerte que nos espera de seguir por la senda que nuestra dirigencia política corrupta y anclada en ideales decimonónicos, nos quiere imponer como proyecto de Estado-Nación al cual le están apostando con el llamado a dudosas solidaridades, con condenas incendiarias y apocalípticos mensajes en caso de optar por vías distintas a la señalada por “cavernas” con fachada de oráculos. Una pausa es conveniente: que cese la violencia y la falsa conciencia.
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Nota: este artículo hace poco se publicó en el periódico Llano sie7e días
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