“A la par de los anteriores sucesos, el médico Luis Convers Codazzi –hijo de Sergio y Araceli- aprovechando los cultivos silvestres de quina de la región realizó algunas investigaciones tendientes a determinar la calidad de esta especie nativa”.
El periódico de la Universidad Nacional en su edición del 24 de julio del 2024 publicó la siguiente noticia:
“La historia de los documentos perdidos de Agustín Codazzi que volvieron a Colombia en discos duros.
Documentos inéditos de la Comisión Corográfica de la Nueva Granada, resguardados desde hace un siglo en la Biblioteca Nacional Universitaria de Turín (BNUTO), acaban de ser repatriados en formato digital y entregados al Archivo General de la Nación. La exposición “Codazzi: cartografías de un archivo global”, que estará abierta hasta el 10 de agosto en el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, revela la magnitud de este acontecimiento”.
También dice el artículo que “David Ramírez Palacios, Historiador de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), fue el co-curador cartográfico de la exposición “Codazzi: cartografías de un archivo global”.
La anterior información me invitó a rescatar la siguiente crónica que escribí en 1993 con el título “Agustín Codazzi: su familia y sus vínculos con el territorio metense”:
Se conmemora en el corriente año el bicentenario del nacimiento del insigne militar e ingeniero geógrafo italiano Agustín Codazzi oriundo de Lugo en donde nació el 17 de julio de 1793, quien a su arribo en 1819 a Venezuela se unió a las fuerzas patriotas que luchaban contra España, habiendo llegado a ser tan importante su desempeño en la causa libertaria que por ello fue exaltado en el grado de Jefe del Estado Mayor.
A través de esta participación militar revolucionaria se hizo amigo de José Antonio Páez “El León de Apure”, promotor de toda su obra científica. En tales actividades también logró conocer a los Generales Santander y Bolívar.
Su labor cartográfica la inició en 1827 cuando realizó el levantamiento de los mapas con fines de defender la ciudad de Maracaibo. Tres años después el Congreso de la hermana nación le encomendó la tarea del “levantamiento de planos, formación de itinerarios y cuadros estadísticos del Estado en una empresa de la primera importancia para Venezuela”.
Igualmente fue gestor de la idea colonizadora que lo llevó a fundar, con el visto bueno del gobierno, el pueblo de la colonia Tovar, empresa para la que trajo gente de Francia.
Durante su permanencia en ese país, contrajo matrimonio en Caracas con Araceli Fernández de la Hoz, unión de la cual nacieron ocho hijos.
Invitado en forma reiterativa por el presidente Tomás Cipriano de Mosquera (quien conocía ampliamente su trabajo) y debido a la persecución que le impuso el mandatario venezolano General Monagas llegó con su familia en el mes de enero de 1849 a Bogotá en donde le fue encargada la medición del país.
Así, recién establecido en nuestra Patria inició el “levantamiento de relieves” tomando como punto de partida a la ciudad capital.
A diez años de su llegada Agustín Codazzi, quien con su trabajo dio a conocer geográfica, cartográfica e históricamente a Venezuela y Colombia, falto de apoyo por parte del presidente Mallarino y viviendo sus escasos 67 años partió rumbo a la Sierra de Santa Marta, a donde no alcanzó a llegar porque a causa de una fiebre maligna le sobrevino la muerte el 20 de enero de 1859 en el pueblo Espíritu Santo, jurisdicción del Estado del Magdalena en la Nueva Granada.
Lo vínculos de los Codazzi al territorio de San Martín (actual departamento del Meta) tuvieron dos motivos, explicables de la siguiente manera:
Primero, en cumplimiento de una de las etapas correspondientes a la misión encomendada desde su arribo al país, en 1856 Agustín Codazzi se desplazó durante dos meses por la provincia que está al oriente de Bogotá, alturas de las cuales bajan a las llanuras múltiples corrientes de agua buscando el Orinoco, importante río conocido ya por el investigador durante los desplazamientos efectuados por territorio venezolano.
Como resultado de esta (al parecer su única) visita al llano colombiano, el 21 de abril del mismo año presentó Codazzi al gobierno central una propuesta en la cual consignó su criterio acerca de los beneficios económicos que para el transporte ofrecía el río Meta, y vislumbraba también la posibilidad de abrir caminos que luego servirían para trazar carreteras troncales que llegaran al río Meta.
Segundo, una vez establecida la familia Codazzi Fernández de la Hoz en Bogotá, se emparentó con los Convers Sánchez. Así Constanza, Araceli y Lorenzo se casaron respectivamente con los también hermanos Eugenio, Sergio y Hercilia
Enviudada la señora Araceli Fernández de la Hoz de Codazzi, suegra de los Convers y conocedora –por noticias de su esposo- de las grandes posibilidades existentes en nuestra región, animó a su yerno Sergio para que viajara a fundarse cerca del pueblo de Villavicencio. El recorrido desde Bogotá por camino de herradura duraba aproximadamente cuatro días.
Esta idea fue escuchada. En 1864 se estableció la Hacienda El Buque obra de la sociedad conformada por José María Defrancisco y Sergio Convers Sánchez. A esta empresa pronto se unió el matrimonio integrado por Eugenio y Constanza.
La viuda de Codazzi, que había acompañado al geógrafo en la fundación del pueblo de Tovar en Venezuela, también tuvo que ver con el trabajo experimental –no conocido aún en Cundinamarca- consistente en la plantación en la hacienda El Buque de 70 mil matas de cafeto, siembra ocurrida en 1865.
Pronto dicha propiedad se convirtió en una de las más importantes de la región gracias a la variedad de cultivos introducidos que allí se cosechaban y a los avances tecnológicos como la rueda hidráulica, descerezadora de café, la ventolina, tanques para el lavado del grano, canales de conducción de agua, etc.
Hacia 1871 don Sergio Convers realizó un viaje por los ríos Meta y Orinoco hasta Ciudad Bolívar en Venezuela, a donde llevó un cargamento de café cosechado en la hacienda El Buque. Convers intentó sin éxito tener permiso oficial para usufructuar la navegación internacional con dichos caminos de agua.
A la par de los anteriores sucesos el médico Luis Convers Codazzi –hijo de Sergio y Araceli- aprovechando los cultivos silvestres de quina de la región realizó algunas investigaciones tendientes a determinar la calidad de esta especie nativa.
Pero el espíritu comercial y emprendedor de esta familia no se detenía. Quizá pensando en las grandes posibilidades que la ruta fluvial ofrecía, llegaron a obtener la adjudicación de vastos terrenos baldíos estratégicamente ubicados en las cercanías de los ríos Humea y Meta.
De ese modo en 1896 a Sergio Convers S y a Lorenzo Codazzi F. respectivamente les son tituladas 4.400 y 4.692 hectáreas del territorio denominado Yacuana, en las cuales implantaron ganado, pastos artificiales, plátano, yuca, café y cacao.
Con el tiempo Convers Sánchez adquirió las partes correspondientes a su cuñado Lorenzo y a otro adjudicatario de apellido Manrique, quedando Yacuana globalmente conformada por 10.688 hectáreas, distribuidas en las siguientes fundaciones: La Vega, El Hato, San Pablo, El Viso, Banderas y Angostura.
La guerra de los Mil días iniciada en octubre de 1899 echó a pique la organización empresarial impuesta en sus haciendas por los Convers Codazzi.
De tal suerte que años después a raíz de la muerte de sus fundadores estas propiedades fueron heredadas, detectándose a Sergio Convers Codazzi (hijo de Sergio Convers S.) y a Pilar Fernández viuda de Convers (cónyuge del médico Luis Convers C.) como últimos propietarios de El Buque y Yacuana.
Más tarde las villavicenses tierras de El Buque pasaron sucesivamente a otros dueños. Lo que fue aquella famosa hacienda a la fecha se encuentra convertida en importe sector residencial.
En lo referente a Yacuana, buena parte de su extensión fue vendida por doña Pilar en 1937 a la Intendencia Nacional del Meta para fines de colonización, luego transferida a lo que actualmente comprende el municipio de Puerto López.
Nota: La crónica “Agustín Codazzi: su familia y sus vínculos con el territorio metense” por primera vez fue publicada en la Revista Cámara de Comercio de Villavicencio, edición No. 17 de agosto de 1993.
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