“Para crecer en el flamenco hay que beber de lo antiguo, y el que no lo haga así es como una casa sin cimiento”. Tomasito, guitarrista flamenco”.
A la cultura llanera se le deben buscar sus raíces más allá de las dilatadas planicies conocidas como Llanos Orientales de Colombia y de Venezuela.
Mediante apuntes muy generales quiero aproximar este ensayo al híbrido pasado cultural llanero.
Las oteadoras miradas hay que dirigirlas más allá del Océano Atlántico, concretamente a la península Ibérica y a la región árabe. Primero se debe recordar que por ocho siglos, sí 800 años, España estuvo invadida por los moros o árabes. En tan prolongado período es obvio que los invasores aportaron diferentes elementos de su cultura, enriqueciendo la local.
Por los mismos años en que Colón zarpaba para las Indias Occidentales, los reductos moros o árabes eran expulsados de España, y fue Granada la última ciudad en ser reconquistada por la famosa reina Isabel La Católica.
Con la llegada de Colón, sus compañeros de viaje y las posteriores huestes conquistadoras y de la Colonia la América de ancestrales naciones comenzó a soportar la carga cultural traída por aquellos individuos natales del Viejo Continente.
Quizá los dos primeros aportes culturales llegados fueron el idioma y la religión. Y en la advenediza lengua venían mezcladas más o menos cuatro mil palabras árabes que hoy seguimos manejando. Dicen los lingüistas que entre otras voces están: alcohol, almohada, alcanfor, aljibe, alforja y alpargate.
La presencia firme de la comunidad de los hijos de Loyola se dio a partir de 1661 cuando en segunda incursión llegaron al territorio de Casanare con el objetivo de fundar la Hacienda Caribabare. Luego en 1740 armaron la de Apiay hoy jurisdicción de Villavicencio.
Estos sacerdotes españoles además de su misión catequizadora introdujeron a las indómitas sabanas de la Nueva Granada la economía ganadera, especies bovina y equina.
A ellos se les deben las enseñanzas de las labores ganaderas y del aprovechamiento de los subproductos, que dieron tanto a indígenas como a otros servidores de su extensa propiedad, desde la cual por los denominados caminos de indios con permiso oficial despacharon reses para el mercado de Santa Fe.
Si se resalta la formación impartida por los religiosos en asuntos pastoriles, también hay que destacar la innata capacidad de los locales para aprender y apropiarse de manera rápida de ese conocimiento que pronto le dio identidad a su estirpe.
Producto de la centenaria introducción bovina a los llanos, no solo por parte de los jesuitas, fue el surgimiento de las razas criollas: casanareña y sanmartinera. Las dos son patrimoniales de nuestro país.
Con el fin de cumplir la labor evangelizadora en sus haciendas los misioneros enseñaron a sus conquistados feligreses cantos religiosos y la ejecución de instrumentos traídos de Europa, entre otros el arpa, la guitarra y la vihuela, los dos últimos cordófonos en metamorfosis se hicieron respectivamente bandola y cuatro.
De igual manera con el trascurrir del tiempo las letras de los cánticos de alabanza se adaptaron literariamente al contexto local. Así, con métricas y romances importados nació el primigenio cancionero campesino. En cuanto a los tañíos y otros tonos de los cantos recios llaneros al parecer tienen sus ancestros en el cante jondo flamenco.
Algunas viejas letras de joropos también están en populares cantos sefardíes, lengua judío española.
A su vez, el baile de joropo tiene como hercúleos soportes el elegante vals y el zapateo flamenco. Caso particular es que en la adaptación que el zapateo flamenco tuvo en los territorios llaneros colombianos y venezolanos solo el hombre lo ejecuta. En su reemplazo y como respuesta surgió el escobillado que es propio de la mujer.
De ahí que no puede haber ejecución del baile del Joropo sin el “valsiado” y el zapateo con repiques que parece que imitaran el sonido del brioso tropel ganadero en sabanas abiertas y en corrales.
Visto lo anterior encontramos la honda significación que en la cultura llanera tiene la presencia en tiempos de la Colonia de los misioneros jesuitas quienes como antes se dijo, hacia el año 1661 introdujeron la economía ganadera a los Llanos colombianos.
Ellos junto a la misión religiosa trajeron su europea carga cultural que compartieron en estas lejanas tierras del trópico. Dichos elementos de su nativo patrimonio inmaterial fueron tomados y adaptados por los habitantes de sus haciendas ganaderas, propiedades en las que se encontraron y cruzaron indígenas, colonos andinos y esclavos negros, simbiosis sanguínea que –digo yo- puede ser el origen de la primigenia raza llanera.
La católica comunidad de los jesuitas debido a severas causas de orden económicas en 1767 por orden del Rey fue expulsada de los dominios del vasto imperio español.
Haciendo cuentas se establece que en solo 106 años de permanencia en suelo llanero los hijos de Loyola dejaron imborrable marca en la vida socio cultural de los Llanos Orientales de Colombia. Tan honda fue esa influencia que hoy día su huella está viva.
Como Vigía de los patrimonios Natural y Cultural de nuestra región y por considerar que también sirve para estos lares, cierro esta crónica con el siguiente llamado de atención que alguien a manera de SOS lanzó debido a la suerte de su folclor español:
“Para crecer en el flamenco hay que beber de lo antiguo, y el que no lo haga así es como una casa sin cimiento”. Tomasito, guitarrista flamenco.
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Es un buen artículo, Profesor Oscar. También quiero agregarle que la Universidad de los Llanos posee un libro de su propiedad llamado “EL PESCADOR DE TRADICCIONES” de autoría de la escritora Silvia Aponte, donde relata como influyo la llegada de los pueblos Españoles a le región de los llanos orientales. Sus tradiciones y costumbres se mesclaron con las de nuestros ancestros llaneros y crearon historias y narrativas fantásticas que aún perdura y fueron rescatadas por la escritora Silvia Aponte. Ella hizo un recorrido por el Casanare, Arauca, Meta, entre otros, entrevistando a esos ancianos que sobrevivían a los años y pudo extraer esa mescla de tradiciones de esos pueblos que se diferenciaban por culturas diferentes divididas por el océano atlántico. El pescador de tradiciones es una enciclopedia de un volumen que puede ser consultada en la biblioteca de la Universidad de los Llanos y es un gran aporte a la cultura llanera escrita por la más grande escritora que ha tenido la Orinoquia Colombiana. Los invito a todos los paisanos a consultar este libro.
El ensayo lo va llevando a uno de una forma agradable a conocer como los conquistadores aportan un gran legado, pero son los jesuitas los que enseñan a producir en la región con las grandes haciendas ganaderas y sabiendo que era una región agreste y difícil.
Excelente recopilación Oscar👏🏽 En cuanto a las palabras de origen árabe tenemos muchísimas una que siempre me ha parecido tan arabe es “ojalá “ la digo a veces haciendo énfasis 😉 . Gracias por el gran aporte y que la pluma siga inspirando y explorando nuevos horizontes
Buen artículo Oscar y un muy buen aporte en búsqueda de los elementos que han contribuido a nuestra cultura llanera. Nuestra Etnia llanera Colombiana en su composición inicial,se diferencia de la Venezolana en que el aporte en Venezuela es mayor el de la raza negra que en los llanos Colombianos. Felicitaciones Oscar.
Hola Oscar. Es un muy buen artículo y su significado e impacto de la cultura llanera y sus costumbres, donde destaco el gran aporte de los jesuitas no sólo en lo religioso-cultural, sino en especial, para la vida económica y social de la región como lo es el subsector ganadero.
De otra parte, su el aporte de los diferentes grupos etnicos, que han contribuido en el origen de la primigia raza llanera. Saludos
Gracias me amigo Oscar, muy buen aporte y nos da luz a la construcción del sendero de la ruta de identidad cultural propia del Negro en territorio, el Afrollanero que en búsqueda de elementos que contribuyan a la inclusión en la región de nuestra Etnia. Con la composición inicial desde Venezuela, el aporte se ve mayor del que hoy se tiene en la región de la raza negra que en los llanos colombianos, puesta la tradicional cultura hegemónica en la región, nos excluye. Felicitaciones Oscar.
Oscarbón: te luciste con este ensayo. Muy objetiva la información e interesante el analisis hecho. Sobre los jesuitas en los llanos, te recomiendo el libro del padre Hipólito Jerez sobre los jesuitas en Casanare.