Aquel 9 de abril en el pueblo de Villavicencio

Composición urbana de Villavicencio en los años de la intestina violencia partidista (Foto: Guillermo Herrera V. y la FAFO)

Con motivo del Día Nacional de la memoria y solidaridad con las víctimas del conflicto armado, rescato esta crónica que redacté hace veintiséis años texto que de cuando en cuando he ido alimentando con más datos, siendo esta la más reciente versión.

Los sucesos en Villavicencio:

Desconcertados quedaron los habitantes de Villavicencio pasada la una y media de la tarde de aquel viernes, cuando desde Bogotá y a través de sus radios escucharon la noticia sobre el asesinato de Gaitán.

Una mezcla de rabia, miedo y tristeza cundió a los liberales del pueblo, sentimiento que se hizo más crítico al ser suspendido inexplicablemente el servicio eléctrico, hecho que impedía continuar enterándose de los acontecimientos de la capital.

Al parecer, las autoridades municipales en vista de la gravedad de la noticia y con miras a evitar la alteración de los ánimos, optaron por suspender dicho fluido. Para la época, los radios no funcionaban con pilas ni mucho menos había sistema transistorizado. 

Dicha medida resultó contraproducente, ya que lejos de cumplir su objetivo fue el detonante para encender los ánimos de los pueblerinos adeptos del caudillo del pueblo Jorge Eliécer Gaitán.

Como consecuencia del referido corte de electricidad, se fue formando una gruesa manifestación armada la que entre vivas al partido liberal y abajos al conservador (que en cabeza de Mariano Ospina Pérez gobernaba a Colombia), se movilizó por las calles céntricas.

Subió por la del hoy hotel Savoy, llegó al sector norte del parque Infantil, acera en donde la localizaba la sede de la empresa de energía eléctrica. Allí demandó de ésta el restablecimiento del servicio, pedido que los enardecidos lograron de inmediato.

Luego, encolerizados bajaron por la calle Real sobre la cual se ubicaban la alcaldía municipal y el puesto de policía, esquina en la cual se registró una confrontación violenta entre la fuerza pública y los ofuscados civiles. 

Resultado: tres uniformados muertos y destrucción parcial de las volquetas recolectoras de basura, parqueadas frente al denominado Edificio Municipal.

Las actividades cotidianas se suspendieron de inmediato debido al caos que en pleno centro se desató. Por ello los estudiantes fueron devueltos a sus casas; así mismo los empleados y demás personas ajenas a lo que acontecía para evitar encontrarse con la enardecida muchedumbre tuvieron que extraviar y buscar nuevas rutas para ir a sus viviendas.

Céntrico lugar bogotano, carrera 7ª con 19, en donde asesinaron al caudillo del pueblo Jorge Eliécer Gaitán (Foto: Óscar A Pabón M)

Como era de esperarse, pronto el pueblo quedó militarizado. Esa noche los habitantes en sus casas con incertidumbre estuvieron pendientes de las noticias que los radios de tubos marcas Philco, Telefunken y RCA Víctor desde Bogotá trasmitían en torno a la alarmante situación que dominaba a la capital de la República.

De Bogotá para Villavicencio:

El oportunismo comercial de toda ocasión no se hizo esperar. De manera sorprendente y a pesar de la difícil comunicación con Bogotá por vía terrestre, sumado al caos allí reinante, casi al otro día ya en Villavicencio se ofrecieron mercancías de las saqueadas en los grandes almacenes de la capitalina carrera séptima. De esta manera y a precios cómodos los villavicenses obtuvieron herramientas, relojes, lujosos abrigos y otros varios artículos.

Lo que vino luego de ese día:

Aunque los ánimos se atemperaron en el pueblo, en los siguientes días de aquel viernes 9 de abril el nerviosismo quedó entre las gentes, quizá como preparándolas para afrontar aciagos momentos que pronto aparecieron, haciendo eco a lo que ocurría en el resto del país.

Villavicencio como lugar estratégico de entrada y salida  del Llano soportó durante todo el tiempo en que se desarrolló esta etapa triste de la historia que conocemos como la “violencia de los años cincuenta”, durante la cual  el Oriente colombiano fue el principal escenario.

Escuchando hoy las narraciones de esas jornadas, parece que los hechos acaecidos en la capital del Meta fueran pasajes inverosímiles de una trágica novela, puesto que se montó una implacable persecución contra los liberales, cuyas casas en las noches y como sentencia de destierro eran señaladas con carbón.

Muchos fueron víctimas de atentados en sus viviendas y otros ejecutados en las mismas calles que de manera rutinaria amanecían ensangrentadas. Increíble es oír contar, que el río Guatiquía fue sepultura de muchos cadáveres de NN, culpados y ejecutados por ser liberales.     

Humanismo sobre fanatismo partidista:    

En el año 2004 para el libro Hechos y Personajes del Llano escribí la crónica sobre Julia Rodríguez Méndez, de filiación conservadora quien en la capital del Meta ayudó a muchos liberales (el libro lo editó la Casa Editorial El Tiempo)

Luego de los años trascurridos desde aquel 9 de abril de 1948, quienes en Villavicencio fueron testigos de lo ocurrido ese día y del posterior largo proceso de violencia generado por tal suceso, que enfrentó de manera encarnecida a chulavitas y cachiporros (léase conservadores y liberales), recordaron y reconocieron las buenas acciones de algunos prestantes ciudadanos militantes del partido conservador, que poniendo su humanismo por encima del fanatismo sectario de tan difícil época, ayudaron a cuanto liberal les llamó.

Casos como el de doña Julia Rodríguez Méndez y familia (parientes cercanos del ex presidente Abadía Méndez), así como el médico Jorge Sabogal, quienes colaboraron en la obtención de “salvoconductos de movilización”, a personas del pueblo y muchas otras llegadas en angustiosa persecución desde el Llano adentro, quienes en interminables filas trataban de conseguir ese documento oficial para poder salir de la región.

Este éxodo provocado les obligaba a abandonar todo tipo de propiedades, oportunidad –al parecer- que aprovecharon muchos que “pescaron en río revuelto” logrando hacer fortuna fácilmente.

La benevolencia del galeno Sabogal le ocasionó problemas entre sus copartidarios, quienes en represalia por auxiliar a la “chusma” (calificativo en aquellos años dado a los liberales alzados en armas y que generalizaban para todos los seguidores de esa ideología política), cierta noche le arrojaron una bomba que destrozó parte de una de sus casas.

La información con la cual armé esta crónica me la suministraron Sebastián Pabón H, tío paterno, y mi mamá Rita Monroy quienes fueron testigos directos de los episodios narrados.

Por vez primera quiero ahora compartir unas acciones solidarias a nivel familiar que en tiempos de esa violencia sucedieron. Antes digo que la casa de Bibiana, mi abuela paterna y del partido Conservador, quedaba en la última cuadra de la llamada calle real antes de llegar al parque Infantil, ese inmueble aún está y se ubica subiendo a mano izquierda.

Sus vecinos de la casa esquinera, familia Chaquea, por ser liberales fueron amenazados. Como prevención de algún nocturno atentado con bomba, era el modus operandi, por los colindantes zarzos de las dos viviendas los integrantes de dicha familia pasaban a la casa de mi abuela para protegerse.

Otro hecho estuvo a cargo de mi abuela y de mi mamá quien para la época era muy joven, fue la acogida que en la casa le bridaron a Ramón Monroy- tío de mi madre- y a su familia, quienes por ser liberales fueron desplazados de su ganadera finca en Trinidad, Casanare, y buscaron llegar Villavicencio para ir  a Sogamoso.

En evento académico tuve la ocasión de conocer a doña Gloria la única heredera de Jorge Eliécer Gaitán, fue en la Universidad de los Andes en marzo de 2016 (Foto: archivo personal)

Aunque conservadora mi abuela los hospedó y mi mamá –liberal- gestionó con doña Julia Rodríguez y el doctor Sabogal la expedición de salvoconductos que los acreditaban que no eran “chusmeros”. Además de dicho pasaporte a mis desterrados parientes los aperaron de ropas para clima frío, luego partieron rumbo a tierras sogamoseñas.   

Cierro esta crónica con la recomendación de mirar “El potro chusmero” documental filmado en sectores de Acacías, Meta. Su enlace es el siguiente:

Nota: El periódico Llano Siete días publicó la primera versión de esta crónica en la edición del martes 9 de abril de 1996, página 3.

5 respuestas a “Aquel 9 de abril en el pueblo de Villavicencio”

  1. Miguel Venegas dice:

    Compañero, buena crónica contra el olvido. Ese debe ser el compromiso de quienes vemos en la historia los elementos fundantes del espíritu libertario que sacará a Colombia de las cavernas.

  2. Carlos Juio Lozano Fandiño dice:

    Epoca como la referenciada,no se debian repetir ni en el pensamiento;todo un juego de intereses individuales y clasista han llevado durante todos éstos años de dolor ,indiferencia y sobretodo atraso del país.
    Hoy cambiarón los protagonistas,las tácticas y estrategias;acabaron la cátedra de historia en la educacion desde la época de 1990 ,hacen la propuesta de retomarla en los años 2000 ,pero de forma amañada ,en la cual se debía relatar según deseos del presidente de turno y todo patrocinado por analfabetismo moderno yfanaticos , saben leer y escribir pero no lo hacen.
    A todo est se suman una caterba de comodines y cargaladrillos de grupismos políticos que dicen ser representantes de los electores y que sólo buscan su propio enriquecimiento;abra que preguntar ¿Será que se necesita un cambio o acabar con esa “casta política” o esos grupismos o mafias politicas? porque los partidos tradicionales ya no queda sino el nombre .
    Bien dijo Gaitan ” Existen dos paises:El pais político y el democrático”,pero ahora se suma otro y mas peligroso “el emergente” que sólo busca su propio beneficio personal y todo a costillas del dolor,hambre y presupuesto del propio pueblo. Historia de nunca acabar??????

  3. José Miguel dice:

    Es curioso y deprimente comparar dicho suceso con lo que tenemos en la actualidad pues es común ver qué por un conflicto de intereses muchas personas inocentes por no seguir el mismo pensamiento político acaban siendo asesinadas o como lo nombran ” desaparecidas” este comportamiento de nuestra sociedad a prevalecido por mucho tiempo y un ejemplo de esto es lo que sucedió con Jorge Eilser Gaitán que desde sus fuerzas y conocimiento quería cambiar la situación social por la que pasa nuestra nación. Así que yo me preguntó ¿cuántos caudillos se necesitan para cambiar la sociedad? Excelente crónica, agradable lectura.

  4. Dario Cardenas Garcia dice:

    Estimado Oscar,
    En buena hora nos traes a la memoria, con su extraordinaria narrativa,los hechos sucedidos en ese fatídico 9 de abril de 1948, conocido como “el Bogotazo “, por la muerte del Caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitan, dando así comienzo en Colombia a la violencia, donde su impacto permeó a los Llanos Orientales, enfrentando a los chulavitas y cachiporros, creando una violencia partidista, donde a la policía por ser gobiernista , se enfrentaba o perseguía a los grupos partidistas del liberalismo (Chusma), donde el hombre del campo, ajeno al conflicto llevaba la peor parte, por ser considerado auxiliador de uno u otro grupo, por albergarse en su finca, quedando en medio del conflicto, como ocurrió con los grupos guerrilleros, cuando el ejército o la policía o la guerrilla, se hospedaban en el predio, sin tener que ver con el conflicto.

    Conociendo la historia a través de estas crónicas entre otras, nos lleva a una gran reflexión , de que el odio entre clases políticas , o entre la derecha y la izquierda, no deja nada bueno, sino tristeza, desolación, más violencia , y en donde el estado de derecho, con respeto a la Constitución, permitiría convivencia, libertad, justicia y orden, para que se mantenga la democracia de país, en donde prime el respeto a la vida..

  5. Jairo Ruiz Churión dice:

    Bravo Oscar. Eso sí es memoria urbana e histórica.

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